Estoy realizando este nuevo foro, primeramente como un “regalo” de Año Nuevo, y también para que como cristianos, comprendamos que Israel es el denominado “Reloj profético de Dios" y que en el año 2.022, en el mes de septiembre, se cumplió en Israel el Año Nuevo (Rosh Hashaná), 5.783 del Calendario Judío. Debido a que el tema de los calendarios es un tema complejo – hasta convertirse en un “rompecabezas”-, el foro lo he complementado con ilustraciones y videos. (6) VIDEO (en español) : ISRAEL, El reloj profético de YHWH, cortesía de: Liliana Moreno, LINK: https://www.youtube.com/watch?v=WXRKF66RXxw
ÍNDICE GENERAL
1.Historia del calendario (en general)
2.Días de la semana del calendario
3.Resumen de principales calendarios(cuadro)
4.Calendario hebreo
5.Fiestas judías
1. Historia del calendario
Los primeros calendarios que anotaron la división del tiempo se fundaron en datos relacionados con las estaciones, la religión y algunos vagos conceptos de astrología. Pero no fueron suficientemente exactos hasta que la gente empezó a familiarizarse con la Astronomía y las Matemáticas, cosa que sucedió en época relativamente tardía. Los primeros calendarios fueron lunares: las fases de la Luna y la situación de los planetas en el cielo servían de referencia para la medición del tiempo.(1)
El término calendario es sinónimo de almanaque, y ambas voces difieren sólo en la etimología. Calendario es una voz latina: de calendae, palabra ya usada en castellano en el siglo XIII y de uso más antiguo que almanaque, que proviene del árabe manah+ artículo al-= calendario.
En cuanto al término “almanaque”, significa registro de todos los días del año, distribuidos por meses y con datos astronómicos e indicaciones relativas a las fiestas religiosas y civiles, fases de la Luna, santoral y todo tipo de información útil para el hombre del campo.
¿Por qué lo llamamos calendario?
El origen de la palabra viene de la Antigua Roma, concretamente del término “calendas”
Las calendas eran el primer día del mes en el calendario romano. Las nonas eran los días cinco del mes y los idus el día trece (excepto marzo, mayo, julio y octubre en los que eran los días siete y quince respectivamente). El primer calendario romano según la tradición, fue creado por Rómulo, fundador de Roma. Estaba configurado en diez meses lunares, por lo que tenía una duración de unos 304 días. El problema, como es evidente, era el desajuste de las fechas respecto a las estaciones.(3)
Buscando el origen del calendario nos encontraremos con que en las civilizaciones antiguas se utilizaba el denominado calendario lunar para medir el paso del tiempo. El paso de un mes a otro la señalaba la órbita de la Luna. Es decir, cuando el único satélite natural de la Tierra regresaba a su fase inicial, se daba por finalizado dicho periodo.(1)
Pasados 12 meses lunares, se contemplaba que se había completado un año. Pero pasado el tiempo, debido a las cosechas y la agricultura, se tenía la necesidad de contemplar también las estaciones, y por este motivo se crearon los calendarios luni-solares. Estos tipos de calendarios formaban grupos de periodos climáticos con sus respectivos meses lunares.
En el siguiente vídeo puede ver claramente el origen del calendario actual. O lo que es lo mismo, como se pasó del calendario juliano al gregoriano (el que empleamos actualmente):
Vamos a realizar a partir de aquí, un interesante recorrido por los principales calendarios que han existido a lo largo de la historia y cómo ha sido su evolución hasta llegar a nuestro calendario actual. ¿Nos quieres acompañar?
El calendario sumerio
Para encontrar el primer calendario de la historia, debemos remontarnos más de 5.000 años atrás. Los sumerios, habitantes de la región de Mesopotamia, fueron un pueblo tremendamente avanzado y también el primer pueblo que dividió el día en varias partes. Concretamente en doce danna de treinta ges cada una. Es decir, dividían los días en doce horas, y cada hora a su vez, estaba dividida en 30 partes.
En un momento posterior, los babilonios idearon el sistema que llevó a fragmentar el día en veinticuatro horas de sesenta minutos. El número sesenta representa la sexta parte de la circunferencia, cifra que obtuvieron multiplicando cinco —número de los planetas conocidos entonces: Mercurio, Venus, Marte, Saturno y Júpiter— por los doce meses del año. El calendario babilonio no tenía en cuenta la noche.
Entre el segundo y el primer milenio anteriores a la era cristiana, los babilonios añadieron un mes a su calendario, que ya era de doce meses, para corregir y compensar los errores de algunos astrónomos.
Fueron los egipcios emplearon el día de veinticuatro horas para uso en ceremonias y del templo. Eligieron ese cómputo porque los astrólogos comprobaron que la esfera celeste mostraba al anochecer doce estrellas brillantes. A partir del año 2780 a.C. Egipto creó un calendario solar de uso sacerdotal que fijaba la duración del año en 365 días.
El calendario egipcio trataba de indicar con exactitud los días en que caían las crecidas periódicas del Nilo, elemento esencial en la vida de aquel país. A aquel fin observaron durante cincuenta años sus crecidas y anotaron todos los datos al respecto. Este calendario fue divido en doce meses de treinta días, y como sobraban cinco decretaron que tales días sobrantes fueran festivos.
El poeta griego Hesiodo, del siglo VIII a.C., escribe que en su tiempo los griegos utilizaban un calendario solar que habían heredado de sus ancestros de la Edad del Bronce, los egeos. Echando mano de conocimientos botánicos campesinos muy rudimentarios y de datos astronómicos reunidos a lo largo de muchas generaciones, por lo que también en la Grecia primitiva el modo de computar los días era solar y muy antiguo.
Pero por entonces todavía no se contaba el tiempo en años, cosa que se generalizó a partir de 747 a.C., gracias a lo cual se puso orden en la cronología, tan útil para la Historia. No obstante, no era fácil a veces hacer frente a los desajustes y errores de cálculo debidos a las variaciones de los calendarios.
El calendario juliano o romano
En Roma, Numa Pompilio, segundo rey que tuvo aquella ciudad en el año 700 a.C., ya se empleaba un calendario basado en un año de trescientos cincuenta y cinco días dividido en doce meses. Este calendario permaneció así hasta el 45 a.C. en que Julio César estableció el llamado calendario juliano, así llamado en su honor.
Se añadieron entonces diez días para completar los 365 días reales que tarda la tierra en girar alrededor del sol. Los primeros calendarios solares romanos sólo tenían 304 días repartidos en diez meses: cuatro de 31 días y seis de 30. En la línea de lo que decíamos arriba, en 500 a.C. fue preciso añadir al calendario tres meses cada ocho años para ajustarlo a los ciclos lunares y solares.
Los errores eran debidos a manipulaciones intencionadas de los políticos y sumos sacerdotes romanos que desajustaban el calendario para prolongar sus mandatos; por razones de este tipo decidió Julio César establecer un calendario definitivo como dijimos antes, asignando treinta y un días a los meses con importancia religiosa especial, y treinta a los de menos importancia.
A ese fin se encargó al astrónomo Sosígenes de Alejandría, en el 46 a.C., el diseño de un calendario de trescientos sesenta y cinco días, y cuando lo hubo concluido se apercibió de que el calendario tenía un desfase de cinco horas, cuarenta y ocho minutos y cuarenta y seis segundos en relación con el ciclo solar real.
Para compensarlo se inventó entonces el año bisiesto, que añadía un día cada cuatro años.
Hubo algunos problemas. Por entonces los meses de enero, marzo, mayo, septiembre y noviembre tenían treinta y un días y los demás, incluido febrero, uno menos. Por alguna razón César consideró que su mes (julio), debería tener treinta y un días, como así se hizo.
Tras el acceso de Augusto al poder, este emperador pensó que no estaba bien que su mes (agosto), tuviera un día menos que el de César (julio), por lo que se quitó un día a febrero que quedó en veintinueve.
Como no era posible tener tres meses seguidos con treinta y un días, se corrigió de nuevo el calendario quedando septiembre y noviembre con treinta días, y a octubre y diciembre se les asignó treinta y uno. Como la cuenta no resultaba, se le quitó de nuevo un día al mes de febrero, que recuperaba sólo cada cuatro años, en los bisiestos.(1)
El calendario de doce meses se lo debemos a Numa Pompilio, segundo rey de Roma entre el siglo VIII y siglo VII a.C. Cansado del desfase entre las fechas y las estaciones, decidió buscar una solución, añadiendo dos meses más al calendario para cuadrarlo con el año solar. Los nuevos meses se añadieron al final de los diez primeros. Marzo seguía siendo el primer mes. A estos nuevos meses se les denominó:
• Februarius (febrero), en honor a Februus (o Plutón) dios de la purificación. Por lo tanto terminaban el año, purificándose.
El calendario pasó a tener 355 días.
Las campañas militares romanas que se llevaron a cabo a mediados del siglo II a. C. exigían el nombramiento de cónsules con una considerable antelación, ya que los destinos se encontraban lejos de Roma. Por este motivo, en el año 153 a. C. se estableció el comienzo del año en el 1 de enero, quitándole el lugar al día 1 de marzo. Es decir, que colaron dos meses antes de marzo.
Por esos tiempos los romanos andaban a tortas con los rebeldes hispanos. La Guerra numantina se había iniciado en el 154 a.C. y Roma debía dar una respuesta con rapidez, por lo que el nombramiento de Quinto Fulvio Nobilior como cónsul se adelantó dos meses. Lo que fue un arreglo coyuntural se acabó convirtiendo en un cambio permanente, y los posteriores cónsules empezaron a adquirir su cargo a principios de enero, ya que esta modificación les permitía preparar las campañas en invierno para poder empezarlas en marzo. Por consiguiente, se podría decir sin exagerar que la revuelta del 154 a. C. en Hispania provocó una alteración notable en nuestro calendario.(3)
Todavía andábamos con un calendario de 355 días y algunos meses tenían nombres que no nos suenan familiares.
Como después de la reforma de Numa Pompilio las cosas no se arreglaron, ya que tenían un calendario lunar desfasado con el curso estacional. basándose en el ciclo solar (365 días), se optó por añadir algunos meses denominados mercedonios, o intercalares.
Cada dos o 3 años se añadía un mes intercalar, o mes número 13. Transcurridos 20 años se ajustaba todo de nuevo y vuelta a empezar.
Los romanos distinguían cuatro estaciones denominadas:
·ver (primavera)
·aestus (verano)
·autumnus (otoño)
·hiems (invierno)
En el año 46 a.C. Julio César decide cambiar el número de días. Siendo perfeccionista, como era, le encomendó al conocido astrónomo griego Sosígenes la tarea de hacer cuadrar las fechas con las estaciones con la mayor exactitud posible. Después de unos cálculos, Sosígenes llegó a la conclusión de que el año solar tenía un ciclo de 365 días y 6 horas. Debía, pues, añadir más días a los meses (hasta ese momento tenían 29, menos alguna excepción). Así, los meses pares pasaron a tener 30 días y los impares 31. Esto daba 366 días, por eso le quitaron uno a febrero que quedó de 29.
Además, cada cuatro años se añadiría un día a febrero para completar el déficit de 6 horas anual en el calendario. En vez de añadir el día al final de Febrero se intercaló un día entre el quinto y el sexto día antes de las calendas, o sea entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero. Este día adicional fue llamado bis sextus dies ante calendas martias, o sea, “segundo día sexto antes de las calendas de marzo”. Al año que contenía ese día se llamó por eso bissextus (bisiesto).
Lo de añadirlo después del 23 de Febrero tiene que ver con la fiesta de la Terminalia y lo de no llamarlo 23 se debe a que los romanos no contaban los días del mes del 1 al 31, sino que tomaban tres fechas de referencia: calendas, nonas e idus. Para contar se incluyó un día de referencia (en este caso, el 1 de marzo)
Tras la muerte de Julio César y por iniciativa de Marco Antonio el mes Quintilis, pasó a llamarse Julius (julio).
Octavio Augusto, su sobrino y primer emperador no quería ser menos. El mes de Sextilis pasó a llamarse Augustus (agosto). Al ser mes par tenía 30 días pero, pero para no estar en inferioridad con Julio Cesar, se le restó otro día a febrero y se añadió a ese mes.
Febrero quedó pues con 28 días y con 29 los años bisiestos.
El calendario juliano (llamado así en honor a Julio César) fue el predominante en el mundo romano, y posteriormente en la mayor parte de Europa y en las colonias europeas de América, hasta que fue sustituido progresivamente por el calendario gregoriano instaurado en 1582 por el Papa Gregorio XIII; primero en las zonas católicas y a lo largo de los años y de los siglos también en las zonas protestantes. En los países ortodoxos se implantaría muchísimo más tarde. España y Portugal aplicaron la reforma el mismo día que Roma en 1582. En Rusia no se implantó hasta 1918 y en Grecia hasta 1923.
El papa Gregorio XIII promulgó el uso del calendario por medio de la bula Inter Gravissimas. Antes se había constituido la Comisión del Calendario para su posterior implantación, en la que destacaron Cristóbal Clavio y Luis Lilio Clavio, astrónomo jesuita, el “Euclides de su tiempo“, fue un reputado matemático y astrónomo. El mismo Galileo Galilei lo requirió como aval científico de sus observaciones telescópicas.
¿Por qué se cambió? Porque todavía había un pequeño desfase. Según el calendario juliano que instituyó un año bisiesto cada cuatro, consideraba que el año estaba constituido por 365,25 días (365 días y 6 horas), mientras que la cifra correcta es de 365,242189, o lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Este desfase es muy pequeño pero a lo largo de los siglos el error se va haciendo más grande. El calendario gregoriano ajusta este desfase cambiando la regla general del bisiesto cada cuatro años, y hace que se exceptúen los años múltiplos de 100, excepción que a su vez tenía otra excepción, la de los años múltiplos de 400, que sí eran bisiestos.
El calendario gregoriano nació con la necesidad de ajustar el desfase que había con la Pascua (Domingo de Resurrección, fiesta central del cristianismo). En el Concilio de Nicea (año 325) se determinó que la Pascua debía conmemorarse el domingo siguiente al plenilunio (luna llena) posterior al equinoccio de primavera del hemisferio norte. Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del acontecimiento se había ido adelantando hasta el punto de que en 1582 el equinoccio se fechó el 11 de marzo. El desfase era ya de 10 días.
Así al día siguiente del 4 de octubre de 1582 se dio paso al 15 de octubre con la implantación del calendario gregoriano.
Este es el resultado de nuestro calendario. El calendario gregoriano tampoco es exacto al cien por cien. Cada año se desajusta 26 segundos (correcciones incluidas).Significa que se requiere el ajuste de un día cada 3300 años. Además los años no mantienen su duración con el paso del tiempo, sino que varían ligeramente. El año disminuye su duración en 1,15 segundos cada siglo, resultado de las perturbaciones que sufre la órbita de la Tierra alrededor del Sol por la acción de los restantes planetas y por el movimiento anómalo del eje de rotación terrestre. Se trata de una cantidad pequeña, pero no la podemos despreciar porque se va acumulando año tras año.(3)
Los primeros almanaques o registros astronómicos del tiempo los hizo Tolomeo de Alejandría en el siglo II. A pesar de los continuos reajustes el calendario romano seguía teniendo un ligero margen de desfase con el ciclo solar. Tras muchos debates y algún concilio eclesiástico el papa Gregorio XIII ordenó su revisión en 1582. Se descontaron diez días al citado año y se pasó del 4 al 15 octubre en un solo día, medida que ponía fin al calendario juliano o de Julio César, y daba comienzo al calendario gregoriano.
Como había sido iniciativa unilateral de la Iglesia católica muchos países protestantes y ortodoxos se negaron a aceptar las reformas. Así, Inglaterra, siempre nota discordante, no aceptó el cambio hasta 1752, en que añadió once días, no sin grandes protestas callejeras y sin que el pueblo pusiera el grito en el cielo. En este mismo país el año legal comenzaba el 25 de marzo, hasta que en 1750 pasó al 1 de enero.
Rusia fue aún más reacia y no cambió su calendario hasta 1917, iniciativa que tomó la revolución bolchevique. También implantaron en 1929 la semana de cinco días, pero fracasaron ante la indiferencia del pueblo. Otros países y pueblos, como los tailandeses, no adoptaron el calendario gregoriano hasta el año 1940.
Calendario soviético (1.930), cortesía de: https://www.curiosfera.com/historia-del-calendario/ El calendario gregoriano es casi perfecto, decimos casi porque tampoco pudo lograr que los meses fueran regulares ni que los trimestres tuvieran el mismo número de días, lo que empezaba a ser un inconveniente en el mundo económico y laboral. Según el calendario gregoriano cada año se produce un error cronológico de veintiséis segundos, que sumarán un día completo en el año 3323.
Hay, pues, tiempo para pensar en alguna solución. Resulta anecdótico y curioso que en el calendario gregoriano los siglos sólo puedan comenzar en lunes, martes, jueves o domingo: nunca en miércoles, viernes o sábado, y que los años ordinarios empiecen y acaben el mismo día de la semana.(1)
No obstante lo dicho, parece que el calendario más perfecto de todos los tiempos fue el calendario maya. Cuando los españoles arribaron a América pudieron darse cuenta que los mayas habían elaborado un almanaque perfecto ya en el siglo VI a.C., es el que más se acerca a la realidad astronómica.(1)
Los siete días de la semana tienen origen bíblico del relato de Génesis, donde se indica que Dios creó el mundo los seis días y el séptimo lo tomó para descanso.(2)
En cuanto al significado de su nombre es el siguiente:
·Lunes, latín lunae dies: Día de la luna, basado en el calendario lunar.
·Martes, latín martis dies: Dios de la guerra.
·Miércoles, latín mercuri dies: Día de Mercurio dios del comercio.
·Jueves, latín ioviis dies: Día de Júpiter dios del cielo.
·Viernes, latín veneris dies: Día de Venus diosa del amor.
Ciclo cada 28 años, con años bisiestos cada 4 años bajo la siguiente regla: Si serán bisiestos los años múltiplos de 4. No serán bisiestos los múltiplos de 100 a excepción de los que sean múltiplos de 400 (por ejemplo el año 2000 si fue bisiesto porque a pesar de ser múltiplo de 100, era múltiplo de 400).
El calendario hebreo es un calendario luni-solar, es decir, que se basa tanto en el ciclo del sol alrededor de la tierra (año), como en el de la Luna al rodear a la Tierra (mes). La versión actual, por la que se rigen las festividades judías, fue concluida por el Hilel II hacia el año 359. Este calendario se basa en un complejo algoritmo, que permite predecir las fechas aproximadas de la luna nueva, así como las distintas estaciones del año, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos, prescindiendo desde aquel momento de las observaciones empíricas de que se valieron hasta entonces.
En su concepción compleja tanto solar como lunar, el calendario hebreo se asemeja al chino, sin que se sepa de influencia alguna que haya tenido el uno sobre el otro; y también al calendario utilizado por los pueblos de la península arábiga hasta la aparición del Islam, en el siglo vii, E. C. En cambio, se distingue del calendario gregoriano de amplio uso universal, basado exclusivamente en el ciclo solar anual; y también del que rige al mundo musulmán desde Mahoma hasta nuestros días, que es puramente lunar.
El calendario hebreo comienza con la Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición judía, el domingo 7 de octubre del año 3760 a. C., fecha equivalente al 1° del mes de Tishrei del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2018 equivale al año hebreo de 5778 (que comenzó al atardecer del 25 de septiembre de 2017 y finalizó el 13 de septiembre de 2018). (4)
EL CALENDARIO JUDÍO
Escrito por Tribuna Israelita. Publicado en Judaísmo
El judaísmo posee un antiguo calendario, que rige la vida judía. Está basado en una serie de cálculos matemáticos y astronómicos y, a diferencia del Gregoriano, se calcula de acuerdo a dos ciclos: el lunar y el solar. Los meses inician en el día de luna nueva. Los días y las fechas de las ceremonias religiosas se determinan por las fases de la luna, mientras que las estaciones se basan en la revolución de la Tierra alrededor del Sol.
El calendario hebreo observa tres fenómenos astrológicos, independientes entre sí: la rotación de la Tierra sobre su propio eje (día), los giros orbitales de la Luna alrededor de la Tierra (mes) y la traslación de la Tierra alrededor del Sol (año). En promedio, la Luna tarda en dar la vuelta alrededor de la Tierra aproximadamente 29 días y medio. La Tierra, por su parte, da la vuelta al Sol en 365 ¼ días, esto es, 12 meses lunares y 11 días. (5)
El sistema dual fue necesario porque el año lunar, de doce meses, es aproximadamente once días más corto que el solar. Si no se corrigiese este detalle, con el paso de los años las festividades, que constituyen el eje central de la historia judía, variarían de estación, hecho que alteraría su carácter. Es por ello, que el calendario judío puede ser de 12 o 13 meses de 29 o 30 días, según sea el caso. Así, los años varían entre 353, 354, 355, 383, 384 ó 385 días.
Las fechas de las fiestas se determinaron de acuerdo a las estaciones, ya que diversos aspectos de la naturaleza, como son los relativos al cultivo de la tierra, se entrelazan con la religión. La época en que se comenzaba la siembra y se recolectaba era considerada un festejo; además, en los tiempos bíblicos las primeras cosechas se entregaban como ofrendas a Dios.
Muchas de las fiestas religiosas judías coinciden, por tanto, con el inicio de las estaciones. La Pascua debe celebrarse con la primera siembra, esto es, al inicio de la primavera. Sucot, que es la fiesta de los Tabernáculos o Las Cabañas, debe ser en otoño. Es por ello, que para los judíos el calendario lunar por sí sólo sería inadecuado.
Con el objeto de eliminar la dificultad de que las ceremonias religiosas varíen de estación, periódicamente se inserta en el calendario un mes extra, con lo que se logra que las fechas coincidan. Como en 19 años el calendario solar se excedería del lunar por 209 días, esto es casi siete meses lunares, el calendario judío incorpora siete años bisiestos en ese período de tiempo.
Entre las consideraciones que se establecieron para formar este calendario destaca el hecho de que el Día del Juicio, Yom Kipur, no debe caer en viernes ni en domingo, de modo que no interfiera con el cuidado del sábado, que constituye el día más sagrado del judaísmo.
A diferencia de otros calendarios, el judío considera que los días comienzan y terminan al atardecer del día anterior y no de 12 A.M. a 12 P.M. Es por ello que el sábado se celebra desde el anochecer del viernes hasta el anochecer del sábado. "Y hubo tarde y hubo mañana: día uno" (Génesis 1:5) ". . . de tarde a tarde guardaréis vuestro descanso." (Levítico XXIII:32). Por su parte, el año se refiere al número de años desde La Creación y se calcula de acuerdo a las edades de los personajes bíblicos.(5)
Historia No se puede establecer con exactitud el origen del calendario judío. Sin embargo, se sabe que este método existe desde hace 1600 años en su forma actual. Hasta 359 a.e.c. el Sanhedrín o Tribunal Judío era el organismo encargado de arreglar los asuntos del calendario a través de un consejo llamado Sod-ha-ibur que literalmente significa "secreto de la intercalación del calendario".
En un principio para decidir si un año sería regular o bisiesto se basaban en las condiciones de la agricultura, esto es, en el número de años en los que se sembraba determinada semilla o en las fases de la luna. Para declarar que un nuevo mes había comenzado, se requería del testimonio de dos testigos confiables quienes deberían observar la salida de la luna. Gracias a la fácil observación de la luna y a sus ciclos recurrentes, este método funcionaba para calcular los meses desde los tiempos antiguos. Una vez que se establecía que un nuevo mes se había iniciado, el Sanhedrín enviaba mensajeros para que comunicaran la noticia en las regiones alejadas. Cuando el gobierno de Constancio II (337-361) se iniciaron una serie de persecuciones contra los judíos, las personas indicadas para entregar el mensaje se vieron imposibilitadas para cumplir su cometido.
Fue por esto que el patriarca Hillel II, cabeza de la comunidad judía bajo el dominio romano, decidió publicar un calendario que se distribuyera entre el pueblo, en vez de transmitirlo verbalmente. De este modo se pretendía que la información siempre la tuvieran a tiempo. Aprovechando los avances de las ciencias astronómicas que facilitaban los cálculos, se creó el primer calendario escrito en el que se determinaron las fechas de las festividades. Debido a la dificultad a la que en su momento se enfrentaron para anunciar el festejo de la nueva luna, hasta nuestros días todas las festividades judías se celebran durante dos días en la diáspora, mientras que en Israel se celebran solamente uno.(5)
Los meses Originalmente, los meses del calendario judío se designaban por números. Sin embargo, poco después del exilio de Babilonia (586-536 a.e.c.), se les fueron dando nombres específicos que se volvieron comunes. Muchos de esos nombres aparecen en textos bíblicos y otros son de influencia babilónica y asiria. El calendario judío consta de distintos inicios(o años nuevos), de acuerdo a distintos propósitos. El primer mes es Nisán, de acuerdo al cómputo de los meses desde el Éxodo de Egipto. Pero, realizando el cómputo desde la creación del mundo, el primer mes es Tishrei.
En el año bisiesto, que ocurre siete veces cada diecinueve años, se añade un treceavo mes denominado Adar Bet (Segundo Adar).(5)
TISHREI Tishrei es un nombre babilónico que proviene de la expresión acarea “Tashritu”, que significa “comienzo”, por ser el mes en que fue creado el mundo.
Es el inicio del año e indica el comienzo de la creación divina. En este mes se festeja el Año Nuevo judío o Rosh Hashana, así como el Día del Perdón o del Juicio, que es Yom Kipur y la Fiesta de los Tabernáculos o Sucot, en la que se recuerda la recolección de los frutos.
A pesar de que es en Tishrei cuando comienza el año y que se considera como fecha del principio de la humanidad, Tishrei es el séptimo mes del año, ya que los judíos se rigen por el mandato bíblico que indica que la Pascua debe celebrarse en la primavera y que ese (Nisán) será el primer mes
JESHVAN El nombre de Jeshvan tiene su origen en la lengua babilónica, y significa “la octava luna” (octavo mes).
El nombre completo de este mes es Mar-Jeshvan. La palabra “mar” significa “gota” y hace referencia a las primeras gotas de lluvia que caen en este mes.
KISLEV En este mes se conmemora Janucá, fiesta en la que se festeja la rebelión de los judíos contra el rey Antíoco que intentaba destruir su religión y forzarlos a adoptar la fe griega. Un grupo de judíos comandado por Yehuda el Macabeo luchó durante dos años para recuperar el Templo, saliendo victorioso.
TEVET De acuerdo con la tradición, el mes de Tevet es el primer mes del invierno en la Tierra de Israel.
SHEVAT En este mes se celebra Tu Bishevat o fiesta de los árboles. El aspecto más importante de esta celebración consiste en alabar a la Tierra de Israel. De ello se desprende la costumbre de ingerir los frutos con los que Israel ha sido bendecido, ya que es en este día cuando se renueva el vigor de la tierra para brindar sus productos, ofrecer sus frutos y demostrar sus bienes.
ADAR En año bisiesto se convierte en dos meses: Adar I y Adar II, con 30 y 29 días, respectivamente. En años regulares siempre tiene 29 días.
Su nombre proviene de la palabra asiria “Adaro”, que significa granero. Durante Adar se solían reparar los caminos, las calles y las fuentes de agua que se habían estropeado con las lluvias del invierno, a fin de dejarlos listos para la llegada de los peregrinos en la Pascua (Pésaj).
En este mes se celebra Purim, que es una fiesta de regocijo en la que se expresa alegría por el rescate de los judíos de Persia, del exterminio planeado por el primer ministro Amán.
IYAR El significado de su nombre es luz, en referencia al resplandor de la primavera. En la actualidad, el mes de Iyar reviste un valor particular ya que en éste se celebra la independencia del Estado de Israel.
NISÁN Su nombre proviene de la palabra acadia “nisañu”, que significa "retoño, primer brote". Es el primer mes del calendario hebreo bíblico, que comienza su cuenta a partir de la liberación de los judíos de la esclavitud en Egipto, que es celebrada durante la festividad de la Pascua (Pésaj).
El nombre otorgado al mes de Nisán en la Biblia es simplemente "el mes primero" y, es nombrado por primera vez en el segundo libro Éxodo: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año" (Éxodo 12:2).
SIVÁN El nombre Siván es de origen asirio, y presuntamente significa “el tiempo del sol ardiente”.
Este mes guarda relación con la fiesta de Shavuot, en la cual se celebra la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. En esta festividad, se acostumbraba otorgar como ofrenda las primicias de la siega del trigo en el Templo de Jerusalem.
TAMUZ Su nombre tiene sus orígenes en los meses de la antigua Babilonia, provenientes del idioma acadio. Tamuz no es recordado en la Biblia como nombre de este mes, sino al nombrar a la deidad homónima, el dios de la primavera y el florecimiento, que según la mitología babilónica, reinaba durante los tres meses de primavera.
AV En las escrituras no se menciona el nombre de Av, y en idioma asirio este mes se conoce como “A-Bu”. Algunos aseguran que se trata de la abreviatura del nombre “Abu Sarna”, que significa el mes de las cosechas.
Antiguamente, Av era considerado un mes positivo, en el que se daban los primeros frutos de verano. Sin embargo, con el paso del tiempo se produjeron en este mes numerosas desgracias y catástrofes para el pueblo judío –principalmente la destrucción de los dos Templos de Jerusalem- que lo convirtieron en un tiempo de duelo y pesares.
ELUL Elul es apodado “el mes de la piedad y el perdón”, porque en él se hacen los preparativos para el Día del Juicio. (5)
Las festividades judías se refieren a la conmemoración de uno o más días observados por el pueblo judío, tanto para fiestas religiosas como laicas, para el recuerdo de un acontecimiento importante en la historia judía. En función de su naturaleza, estas fiestas pueden ser llamadas en hebreoyom tov (‘buen día’; yidis: yontif) o jag (‘fiesta’), así como ta'anit (‘ayuno’). En general, los orígenes de las diversas festividades judías se pueden encontrar en las bíblicasmitzvot (‘mandamientos’), en los mandatos rabínicos y en la historia del moderno Estado de Israel.(7)
Las Yamim Noraim ("Días terribles") son las altas fiestas:
·Rosh Hashanámarca el comienzo del nuevo año judío. Es el día en que el Señor juzga a cada persona según sus hechos, individualmente y sin necesidad de intermediarios, para revisar su conducta e inducir al arrepentimiento y a la corrección. El término "Rosh Hashaná" (comienzo del año) es rabínico, al igual que los principales temas de la conmemoración: el arrepentimiento, la preparación para el día del Juicio Divino y la oración por un año fructífero. El festival, de dos días de duración, cae los días 1 y 2 del mes de Tishrei, en el calendario judío.
·Yom Kipures la conmemoración judía del Día de la Expiación, el perdón y el arrepentimiento de corazón o de un arrepentimiento sincero. Son diez días de arrepentimiento.(7)
Las tres fiestas de peregrinaje son las Shelóshet Ha'regalim ("Los tres peregrinajes"):
·Sucot ("Fiesta de las cabañas, de las tiendas o de los tabernáculos"), del 15 al 21 de Tishrei.
Sucot concluye con el Shemini Atzeret ("El octavo día de la asamblea"; 22 de Tishrei) y la Simjat Torá ("Regocijándose con la Torá"; 23 de Tishrei). Al Shemini Atzeret se lo suele considerar como una fiesta adicional a Sucot, aunque en realidad sea una festividad totalmente distinta, consagrada a que el fiel manifieste su alegría por compartir su vida con el Señor; mientras que la Simjat Torá sería una celebración con una mucho mayor carga litúrgica, al concluirse en dicho día la lectura de todo el rollo de la Torá en las sinagogas, teniéndose que recomenzar por consiguiente la misma a partir de entonces.
En el calendario gregoriano de 2010, el comienzo correspondería con la aparición de las tres primeras estrellas que se vean en el atardecer del lunes 29 de marzo.
·Shavuot ("Fiesta de las Semanas"), el 6 de Siván.
La discrepancia estuvo en que los Karaitas no aceptaban las enseñanzas del Talmud**.
El Talmud** está compuesto por los comentarios rabínicos de la Toràh.
Pero los Karaitas decían que muchas partes del Talmud no estaban de acuerdo a la Toràh.
Y decidieron seguir como norma de vida solamente la Toràh.
Eso creó la división y hasta hubo “excomunión” de parte del judaísmo rabínico con respecto a los Karaitas.
Y entre las opiniones que los diferenciaban era la cuenta de los años desde Adàn.
Cuenta que daba fecha al Luaj/ Calendario Hebreo.
Los Karaitas dicen que había que buscar en la Toràh los años que estuvimos en Egipto.
Y que la Toràh no decía que habíamos estado allá 220 años.
Que estaba bien decir que la esclavitud duró 220 años.
Pero también había que contar los 210 años que estuvimos “bien” en Egipto, durante la vida de Yosef y años sub-siguientes.
Y que de acuerdo a la Toràh los años que estuvimos en Egipto fueron 430 como dice en:
Shemot/ Éxodo 12:
40 El tiempo que el pueblo de Israel vivió en Egipto fue de 430 años. 41 Al cabo de 430 años al día, todas las divisiones de YAHWEH dejaron la tierra de Egipto.
Por eso los Karaitas le agregan 210 años a la fecha del Luaj/ Calendario Hebreo.
Por eso los Karaitas en su calendario están en el año 5.990 (6)
Talmud**(video)
El Talmud (hebreo: תַּלְמוּד [talmūd], «instrucción, enseñanza») es una obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas. Es un inmenso código civil y religioso, elaborado entre el siglo iii y el v por eruditos hebreos de Babilonia y Eretz Israel. 1
Existen dos conocidas versiones del Talmud: el Talmud de Jerusalén (Talmud Yerushalmi), que se redactó en la entonces recién creada provincia romana llamada Filistea,2 y el Talmud de Babilonia (Talmud Babli), que fue redactado en la región de Babilonia, en Mesopotamia. Ambas versiones fueron redactadas a lo largo de muchos siglos por generaciones de eruditos provenientes de muchas academias rabínicas establecidas desde la Antigüedad.
Para el judaísmo son importantes tanto la tradición oral como la tradición escrita. Conocidos como la Ley Escrita, la Torá y el Talmud, tienen su origen último en tradiciones orales.3 Habiendo sido compilados, redactados y escritos, conforman la tradición escrita del judaísmo, si bien varios conceptos expresados en el Talmud de un modo evidente provienen de hagadot y midrashim, es decir, relatos y narraciones propios de la tradición oral hebrea. El Talmud extiende, discute, cuestiona, explica y complementa al Tanaj, pero no puede, por definición, contradecir a la parte más importante o esencia de la misma, a la Torá.4 (8)